Dante Alighieri decía que el vino sembraba poesía en los corazones, y para ser honestos, poco equivocado andaba este poeta italiano. Sin embargo, una copa de Pinot Noir hace más que eso. Posee la mágica propiedad de desvanecer todas nuestras preocupaciones tras el primer sorbo. Y, ¿cómo es que lo logra? Pues la respuesta no se nos da nada simple y nos reta a indagar un poco más sobre ella.
De su DNI, extraemos que la primera parte de su nombre deriva de la forma que tiene su racimo, muy parecido al fruto del pino (pinot) y, que noir (negro) proviene del color oscuro de sus bayas. Aparece en Francia durante la ocupación romana de esta región y fueron los monjes cistercienses quienes se dedicaron por siglos a estudiar esta difícil pero noble uva con el único propósito de obtener un mosto supremo. La Pinot es muy complicada de cultivar debido a su propensión a ser atacada tanto por hongos como por otros patógenos, gusta de climas fríos-templados, y de suelos especiales, como los calizos o argilocalcáreos, por ejemplo. Las temperaturas extremas la desequilibran rápidamente y sus rendimientos por hectárea son bajísimos. El manejo en el viñedo debe ser preciso y se le deben dar todos los cuidados necesarios para lograr una fruta completamente sana. Sólo así el enólogo podrá obtener el mosto que tanto ansía. Es común escuchar que los vinos de la Pinot Noir o bien son obra de la mano de Dios o de la cola del diablo. Sí y sólo sí, cuando todo salió perfectamente bien, produce vinos frutados, complejos, sublimes y eternos. Debemos decir con total justicia que fueron los vinos de esta vid los que ubicaron a la región francesa de la Borgoña en lo más alto de la vitivinicultura mundial.
¿Qué tipos de vinos nos da la Pinot?
De ella obtenemos vinos tintos, rosados, blancos (blanc de noir) y espumantes. Sí, ¡espumantes! Es fácil olvidarse que la Pinot es parte importante de la mezcla del Champagne, a la que aporta potencia y cuerpo. Las otras son Chardonnay y Pinot Meunier. Los vinos tintos son de un atractivo color rojo rubí o rojo cardenal. Están llenos de sabores a cerezas, grosellas negras, fresas y otros frutillos del bosque; tenues notas de violetas pueden aparecer al igual que pizcas de regaliz, nuez moscada, canela y vainilla. Cuando envejecen en botella aparecen aromas a licor de cerezas, a cuero, trufas y ahumados. Sus taninos son aterciopelados y la acidez moderada. Con la crianza ganan cuerpo, vigor y un extraordinario bouquet.
¿Qué origen elegir?
No deben ser más de 10 los países con capacidad de elaborar una Pinot de calidad. Si la economía está de nuestro lado, busquemos aquellos ejemplares de la Borgoña, Cote de Nuit ,los más caros y Cote de Beaune, los más asequibles. Potentes pero sabrosos son aquellos que llegan de la Argentina, en especial los del Valle de Uco en Mendoza y los del Valle de Río Negro en la Patagonia. Chile nos regala frutillos, taninos presentes y notas herbáceas en sus mostos de Casablanca, Limarí y San Antonio. Frutales y frescos son aquellos que llegan de Nueva Zelanda y de Australia. Carnosos y robustos son los de California, en especial los de Russian River Valley. Más ligeros y frutados provienen de Oregon o de Washington State. Todas son extraordinarias alternativas para combinar con un jugoso lomo fino puesto a la parrilla por poco tiempo, o con un salmón o un atún a las brasas. Es momento entonces para una pequeña indulgencia, ¿qué dicen?